Durante los violentos días de la creación del Universo, existían dos dioses, Désofor y Mórofos. Estos dos pasaron a ser Sarc-Splelendor y Ashamsham’Krönus respectivamente antes de dividirse en varios dioses. Estas dos entidades eran sumamente poderosas representando a las únicas dos esencias durante la creación: LA LUZ y LA OSCURIDAD. Sarc-Splelendor era la Luz, mientras Ashamsham’Krönus era la Oscuridad.
No significaba que el uno era el bien o el mal, o que el otro era inferior. El bien y el mal todavía no existía. Dicha injuria no había sido perpetuada. Al contrario, representaba el balance eterno y agraciado de los poderes que apenas se desarrollaban. Aquellos eran los Dioses Viejos, quienes sufrieron varias divisiones para darle origen a los Dioses Nuevos.
El Universo se expandió y cada dios fue tomando su posición en el cosmos. Pero no todo permanecería en armonía por la eternidad. Algo cambió. La Guerra abismática entre los dioses sucedió. Aquel desastre poco amado se llamó los Tiempos del Caos.
Durante dicha batalla catastrófica donde el universo sufrió el primer desaire, los poderes fluctuaron y varias alianzas surgieron para derrotar al origen del mal. Pero el mal no quedaría aplacado, sino adormecido, para algún día volver a resucitar y agobiar al universo en un futuro cercano o distante.
