Ser un mago es ser un excelente científico, además de ser un hombre afanado a la naturaleza para comprender sus procesos más ínfimos. Quizá por eso hay pocos magos en el mundo: porque todos hablan y nadie escucha. Y para ser un buen mago debes escuchar con la paciencia de un árbol que permite que los vientos del céfiro más ínfimo exponga sus secretos musicales.
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